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Ariel Marrero el cajon en la trova

Ariel Marrero: el cajón en la trova

Por: Roberto Reyes (20 de abril de 2011)

Al percusionista Ariel Marrero lo podemos encontrar, casi siempre, junto a un trovador. En ocasiones en un concierto, a veces en un estudio de grabación y hasta en un escenario improvisado bajo un árbol, en un parque o en el patio de una casa. Pero siempre con su cajón en ristre —o cualquier otro instrumento de percusión—, preparado para una entrega sin límites.

Ariel Marrero

Ariel Marrero, virtuoso percusionista de Santa Clara

Trastienda musical conversó con este instrumentista, que integró la agrupación Aceituna sin Hueso y que es el típico cubano chévere, jovial y dicharachero, cuyas palabras y gestos destilan música.

¿Qué recuerdas del ambiente musical que te rodeaba en la niñez y la juventud?

"Bueno, yo recuerdo no del barrio, de mi propia casa, a Mayito Gutiérrez, quien en estos momentos está de director de El Quinteto Criollo, con la música campesina, pero en aquel momento tenía un bajo eléctrico, unos músicos con guitarra eléctrica, batería, un grupo que se llamaba Sol Caribe y hacían la música funky y folk de los años 80. O sea norteamericana a lo Earth, Wind and Fire, Blood, Sweat and Tears, Chicago y esa onda. Eso es lo que recuerdo de mi niñez".

¿Desde pequeño te llamaba la atención la percusión?

"Sí, sí, a los 4 años yo no llegaba a los pedales de la batería, pero Mayito me cargaba en sus piernas, él le daba a los pedales y yo con las baquetas ya estaba dándole leña a una batería".

¿Cuándo comienzas a presentarte sobre los escenarios como instrumentista aficionado?

"Como aficionado no. Como estudiante tuve la oportunidad, en el año 89, en el Jazz Centro de compartir escenario con Arturo Sandoval y Bobby Carcassés que estuvieron ese año aquí. Y eso fue la prueba de fuego más grande que pueda tener cualquier niño de 12 años. Una prueba de fuego enorme. O sea un niño de 12 años, estudiante de una escuela de arte, teniendo al lado a Arturo Sandoval, mejor trompeta del mundo en aquel momento. ¿Te imaginas?"

Nómbrame algunas de las agrupaciones que integraste en tus inicios como músico.

"Es imperdonable, pero no recuerdo la primera agrupación profesional en la que estuve. Pero sí recuerdo que estaba Roberto Fortún, guitarrista, Ricardo en el piano, Ahmed en el saxofón y yo en la batería, porque el bajo era secuenciado. Hacíamos jazz. Hacíamos temas de Van Halen, Yusef, sobre esa onda del jazz light. El jazz para multitudes".

A mí me encanta esa onda de tocar con un trovador roquero hoy, con un trovador con aires cubanos mañana, con un trovador más pausado pasado mañana —Ariel Marrero, percusionista

Matrimonio en el Aire ha quedado en el recuerdo como una de las entidades artísticas más sólidas e interesantes de los últimos 20 años en Villa Clara. ¿Quiénes integraban esa agrupación? ¿cuándo se formó? ¿qué géneros musicales proponía?

"Ante todo, no solamente en Villa Clara. Matrimonio en el Aire rompió hito en La Habana. Nosotros hicimos un concierto en el Gran Teatro de La Habana que fue genial. Fue lo más grande del mundo. Había muchos gitanos, porque venían a ver a Javier Ruibal que estaba por esos días en La Habana, y salieron con nosotros a un segundo concierto en la calle, a una descarga que disfrutaron y que dijeron que no se imaginaron encontrar una cosa así en Cuba.

"Matrimonio en el Aire lo integraban José Fito Bernal, en la guitarra folk y dirección, Esther Martínez, en la guitarra flamenca, Miriela Moreno, voz, Lida Velazquez, percusión y voz, y yo también en percusión y voz. Los géneros por los que andábamos... fue un invento: desde la base del flamenco cogíamos del funky, del folk más puro americano —por eso la guitarra folk de cuerdas de acero—, country norteamericano, y, por supuesto, de aquí de Cuba, la onda del guaguancó, del complejo de la rumba..., Ah, y un trabajo de voces muy bonito, porque entre Fito y Miriela con las voces líderes era muy bien. Entonces Lida y yo con la segunda y tercera voces era como un minicoro que... ¡fuego!".

¿Matrimonio en el Aire fue la génesis de Aceituna sin Hueso?

"Fue la fruta verde de lo que después fue la fruta madura de Aceituna sin Hueso. En Matrimonio en el Aire todos estábamos verdes; nos unimos, arrancamos con aquello, resultó muy bien, y se acabó. Entonces Miriela se quedó con las ganas, y todos nos quedamos con el «bicho» aquel por dentro de continuar haciendo flamenco. Y maduró la fruta y salió Aceituna sin Hueso".

¿Cuándo ocurre la «mutación» y por qué?

"Matrimonio en el Aire muere en el 98, o sea no muere «descansa». Fito hace Zapato de Charol con Jorgito en Sancti Spíritus, y Aceituna sin Hueso sale por primera vez a la luz pública en febrero de 2000".

¿Qué tiempo estuviste en Aceituna sin Hueso?

"Yo estuve dos años en Aceituna (sin Hueso), al igual que casi todos los fundadores. Y es que cuando tú sientes algo como tuyo, tú aportas, tú creas, tú le pones el corazón a eso. Eso fue lo que le pasó a Aceituna sin Hueso en sus primeros tiempos. Era una creación de todos: hay temas míos, hay temas de Esther, de Ismel, de Miriela. Pero, además, hay arreglos míos, de Esther, de Ismel, de Miriela... y cada arreglo de esos de los que te estoy hablando, por individualidades, cada músico, desde su instrumento, se tomaba la libertad de aportarle algo a la pieza. Y cada quien desde lo suyo: Esther desde su flamenco, Miriela desde su flamenco, Ismel desde su cuerda sinfónica medio jazzeada, Alejandro desde su locura roquera, yo desde la parte negra que me toca por naturaleza, Gabriel desde su percusión más tranquila, y Miguel Ángel —que casi nadie recuerda a Miguel Ángel Fernández— que fue fundador de Aceituna (sin Hueso) y hacía una guitarra base muy importante para Aceituna (sin Hueso). Después entró Juan Luis con el tres y la guitarra, y se puso más cubano, más sabroso, y entonces lo hacíamos todo muy contentos.

"Y metíamos locuras de hacer una percusión con la voz, o sonidos onomatopéyicos con la voz, y se armaba una amalgama y salía un tema. Eso lo hicimos en Holguín en una Romería de Mayo y los holguineros se quedaron así, que no sabían qué es lo que estaba pasando. Y ya te digo: era una locura, pero con un fin. Con una idea muy clara de qué era lo que queríamos hacer.

"Además siempre tuvimos la influencia de la trova. De aquel momento, el trío Enserie, Diego que ya estaba saliendo con Alain Garrido, Leo que también estaba mostrándose... Todas esas influencias hacen que Aceituna (sin Hueso) tenga también un poco de trova en las letras, el discurso es trovadoresco, y por eso gustó tanto en todos los lugares. Dondequiera que llegaba Aceituna (sin Hueso) gustaba porque era muy buena música, con muy buenas letras, y, como se dice en buen cubano, una pila de chamacos locos arriba de un escenario haciendo una pila de locuras. Y el resultado era muy bueno".

Al abandonar esa agrupación te has convertido en una especie de «músico de sesión» muy solicitado. En 2005 acompañaste a Pável Poveda en la grabación de su álbum Flor de marabú, en 2006 a Alain Garrido en su disco Concierto sensible, durante varios años fuiste de los instrumentistas que estuvo junto a Frank Delgado, Leonardo García te pidió que lo acompañaras para grabar el fonograma De paso por el sol...

"Si te hablo de Ariel como músico de sesión, digo que es igual a "gracias a Pucho". Pucho López es el ícono a seguir de Ariel Marrero. Él en el teclado y yo en la percusión, pero, al comenzar la relación musical con Pucho, él me enseñó a "no ensayo" —no ensayar 40 veces al día para que salga mejor, porque es mentira—, "no cerrarse" —con todos los que me dijiste que trabajé, todos me dieron la libertad de crear—. Por eso me gusta ser músico de sesión o «mercenario», como algunos nos dicen. Yo soy un «mercenario». A mí me encanta esa onda de tocar con un trovador roquero hoy, con un trovador con aires cubanos mañana, con un trovador más pausado pasado mañana. Todo eso se lo agradezco a Pucho".

Háblame de Ariel sobre los escenarios, porque no solo te he visto tocando instrumentos, sino también tarareando las canciones...

"He tenido la suerte de acompañar a muy buenos músicos y a muy buenos trovadores. De hecho, no solo tarareo las canciones, yo hago voces con varios de los trovadores. Y es que tienen un discurso muy contemporáneo, muy actual, muy metido en lo que está pasando actualmente. Me siento muy identificado con lo que está pasando en la trova en Cuba, pero estoy en la mata, en Villa Clara. Todos los trovadores que salen nuevos tienen que pasar por aquí... porque aquí está la mata de la trova, dicho por todos. Por los grandes, los medianos y los chiquitos. Raúl Torres dice que el público más genial que ha tenido es el de aquí, pero que es el más difícil. Frank Delgado —estuve 4 años con Frank Delgado y viví dos giras nacionales con él— dice que ningún público como el santaclareño".

¿Cuál de los instrumentos de percusión prefieres?

"Decirte que me gusta más uno es traicionar a todos los demás, porque todos son familia. El cajón me da más cobertura porque puedo tocar con él todos los géneros. O sea lo puedo utilizar como batería, porque tiene muy buen bombo, buenas medias, y tiene buena caja. Lo puedo utilizar como cajón flamenco e incluso lo estoy utilizando en la música cubana. Estoy haciendo songo con el cajón, también guaguancó. Pero igual de importante son la batería, las tumbadoras..."

Es curioso que no vives en la capital del país y sin embargo eres muy solicitado por allá.

"Hoy mismo hablé con Diego Cano y le preguntaba si había salido el disco que habíamos grabado en el Centro Hispano. Me preguntó si estaba en La Habana, le respondí que estaba aquí en Santa Clara, y me dijo que me necesitaba porque no tenía percusionista para un concierto. Y no lo veo como fatalismo geográfico, pero si tuviera una casa en La Habana otro gallo cantaría. Pero, igual, estoy supercontento de vivir en Santa Clara".

Lo que llama la atención es que vives en Santa Clara y te haces sentir en La Habana. En esto percibo buena dosis de talento...

"Y un poco de suerte también. Es que el cajón en la trova salió de aquí, conmigo. Antes la gente tenía apartado el cajón solo para el flamenco. Y entonces Roly, Diego,... me decían que pusiera el cajón, que lo escuchaban bien, y el cajón llegó hasta La Habana conmigo. Y cuando los trovadores habaneros vieron el cajón en la trova todos lo querían, y me llamaban. Te hablo de Diego Cano, Inti Santana... hasta Yamira Díaz en Pinar del Río. Y de ahí sale el cajón. La gente quizás no lo sepa: el cajón lo saqué yo en la trova".

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