Mauricio Figueiral ofrece Agua
Mauricio Figueiral ofrece Agua
Por: Roberto Reyes (18 de abril de 2010)
En la Escuela Vocacional Lenin, en la capital cubana, Mauricio Figueiral comienza a incursionar en la guitarra de forma autodidacta. Tenía por entonces 15 años, y en esa etapa, que para muchos es la frontera entre el niño y el joven, compuso sus primeras canciones.
El emergente cantor inicia una especie de peregrinar por varios escenarios: unos modestos como los pasillos de una escuela, y otros impresionantes como algunos teatros capitalinos.
La música comienza a seducir al trovador, que también era apasionado a la creación audiovisual. Ambos polos le atraen de un modo tan intenso que decide reconciliarlos. Matriculó en la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte para adentrarse en los misterios de las imágenes, pero no abandonó la composición de canciones.
Después de graduarse Mauricio Figueiral ha creado un interesante maridaje entre sus dos pasiones, porque lleva sus temas al formato de video clip, confecciona los plegables de los conciertos, diseña la escenografía de algunos de los escenarios en los que canta y hasta llega a aprovechar las posibilidades que ofrecen la computación y la fotografía.
Mauricio Figueiral estuvo entre los cinco trovadores que integraron la Séptima Cuerda, que inicialmente fue una peña trovera y más tarde se convirtió en un singular taller de creación, que se movía por casi todos los puntos cardinales de la capital cubana. De esa fragua también salieron fortalecidos, para limitarme a tres ejemplos, juglares como Lilliana H. Balance, Adrián Berazaín y Pedro Beritán.
Ya sea a solas con su guitarra o acompañado de una banda, Mauricio evidencia cercanía al amplio diapasón de la trova, esmerada labor en la musicalización de poemas, capacidad para hacer bailar al público o, por el contrario, cautivarlo con canciones de profundo lirismo.
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Hace pocos días, después de una prolongada estancia en Venezuela, el trovador Mauricio Figueiral se presentó en concierto en Ciudad de La Habana. Fue un recorrido por su primera etapa como juglar y un encuentro con su reciente obra, que tiene las huellas de su trabajo fuera de Cuba.
Sin embargo, el cantor ha afirmado que si bien ha estado experimentando con la música folclórica venezolana, el rock argentino y los géneros andinos, ahora sus piezas están más cercanas a las raíces cubanas. Y no se trata solo de elementos musicales de esta nación caribeña, sino también de canciones con textos que desnudan la realidad.
Este siglo, con tan solo 10 años de existencia, ya tiene un impresionante récord de sacudidas telúricas, inundaciones, zonas de intensa sequía, erupciones volcánicas. Parece como si el planeta no soportara más tanta chatarra acumulada. Y no hablo solo de desechos industriales, degradación de los suelos o desaparición de miles de especies de animales y plantas. Hago énfasis, sobre todo, en las miserias humanas convertidas en expectáculos, en los niños que mueren de hambre, sed y enfermedades curables, en las cancioncillas fabricadas para ser vendidas como objetos de feria, en la televisión basura, en fin, me refiero al culto desmedido por el ruido y no por las nueces. Tanta chatarra no le hace bien al mundo.
Como antídoto de tantos males está el arte auténtico. Su disfrute redime, ennoblece, cicatriza heridas, libera y, créeme, hasta limpia el planeta. Por eso aceptemos un poco del Agua que nos ofrece Mauricio Figueiral, quien con su música intenta aplacar nuestra sed y, por qué no, purificarnos.
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Mauricio Figueiral - Agua:
- Agua
- Como cosa tuya
- Días y días
- Hijo de Chavela
- Pa' quererte
- Sin Frida, ni Diego
- Bueno, bonito y barato
- Cuando te canses de llover
- El pase
- Oración
- Siendo
- Tu cielo de rodillas