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Canciones que hacen preguntas inquietantes

Canciones que hacen preguntas inquietantes

Por: Roberto Reyes (7 de octubre de 2014)

Con frecuencia se afirma que el arte suele hacer preguntas en vez de ofrecer respuestas. Pero tal afirmación no implica que las obras estén llenas de interrogantes explícitas, sino que deslizan inquietudes y dudas que nos incitan a cuestionarnos situaciones, comportamientos y fenómenos.

Canciones que hacen preguntas

Canciones que hacen preguntas inquietantes.

Esta tendencia, por supuesto, también se manifiesta en las canciones. Y no son pocas las que mediante metáforas, insinuaciones o giros del lenguaje pareciera que nos someten a un interrogatorio.

Sin embargo, a veces los compositores incluyen en los textos de sus piezas auténticas preguntas.

(...)
Y si el mundo va a cambiar
¿dónde me voy a poner?
¿del lado de los que tiran?
¿del lado de los que encogen?
¿O al lado de los que siembran y nunca recogen?
(...)

Con estas cuatro preguntas definitorias —después de describir las particularidades de la vida de su familia y su generación— cierra Frank Delgado su pieza Daguerrotipo familiar. El resto del texto de la canción, aunque no lo conozcamos, se vuelve despreciable ante el peso de las cuatro interrogantes.

Y si bien en el ejemplo citado las preguntas son una suerte de epílogo de la pieza, a veces se utilizan a manera de prólogo:

¿Quién apagó la luz del día?
¿Quién ató las manos mías?
¿Quién sangró mi credo?
¿Quién puso freno a mis canciones
y aún me aprieta los cojones?
¿Quién canceló mi vuelo?
(...)

Estas interrogantes inician los casi 4 minutos que dura la canción No me echen más la culpa a mí, del piquete santaclareño Kaoz. Y es curioso que en el resto de la pieza no se responden las interrogantes sino que se describen las actitudes que asumen quienes son víctimas del autoritarismo de ese «¿Quién...?» que no fue nombrado.

La sugerente estructura de la canción induce a crear en la mente la imagen de un personaje cuya identidad dependerá de las vivencias de quien escucha.

En otras piezas las preguntas tienen un aire que pudiera calificarse de filosófico. En ellas el acto de indagar abandona los avatares cotidianos para adentrarse en reflexiones sobre la ética, la vida, el amor, la muerte. Es el caso de una canción de Noel Nicola nombrada Qué hay:

¿Qué hay delante de la vida,
por detrás de la muerte,
al lado del amor?

¿Qué hay, qué hay en una sonrisa,
qué hay en una hoja escrita,
qué hay en un reloj?

(...)

En esta pieza las interrogantes del trovador rebasan las fronteras de los conflictos cotidianos y nos inducen a meditar acerca de los misterios de la vida, la muerte, el amor. Son preguntas que —ya lo decía— pudiéramos calificar de filosóficas, porque se detienen a curiosear en elementos aparentemente intrascendentes de la realidad.

No obstante, a veces detrás de ciertas dudas se ocultan encendidas polémicas o análisis filosóficos de larga data. Así sucede con las tres interrogantes que desliza Silvio Rodríguez en la pieza titulada Playa Girón:

(...)
Si alguien roba comida y después da la vida,
¿qué hacer?
¿Hasta dónde debemos practicar las verdades?
¿Hasta dónde sabemos?
(...)

Se pudiera escribir un tratado con las respuestas a estas interrogantes. Y saldrían a relucir prejuicios y tabúes, al igual que criterios éticos.

Pero esta no es la única pieza en la que el autor de Sueño con serpientes y Casiopea interroga a quien le escucha. Entre las más mordaces se halla una dirigida a los padres:

(...)
¿Quién?
¿Quién tiene un hijo en las entrañas?
¿Quién le está dando el desayuno
para cobrárselo mañana?
¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?
¿Quién?
¿Quién juguetea con la alquimia?
¿Quién quiere fabricar cerebros
y sólo está sembrando muertos?
(...)

No hay ternura en las preguntas. Por el contrario, se percibe desafío y hasta una sorda hostilidad. Sin embargo, el Silvio que nos interroga en la canción ¿Adónde van? es un ser humano apacible y afectivo.

¿Adónde van las palabras que no se quedaron?
¿Adónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas,
como prisioneras de un ventarrón,
o se acurrucan entre las hendijas,
buscando calor?
¿Acaso ruedan sobre los cristales,
cual gotas de lluvia que quieren pasar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van…?
¿Adónde van?

(...)

¿Adónde van? es una obra hermosa. Y entre sus peculiaridades se encuentra el hecho de estar integrada solo por preguntas que, a propósito, superan la veintena.

Ciertamente no es usual que encontremos interrogantes explícitas en las canciones. Por lo general los compositores, cuando necesitan cuestionar ideas o acciones, prefieren moverse por otros senderos que tal vez son más sugestivos, sutiles o instigadores.

De modo que los ejemplos citados son una suerte de elegantes excepciones de la regla. Por eso cierro con el texto íntegro de una pieza que el trovador Karel García tituló 16 preguntas cotidianas:

Qué camino se trenza con el mío
qué poder seca el sueño en la memoria
qué libro de verdades duele de enseñar
qué sentir nos defiende contra el frío
qué vergüenza nos sirve de defensa
qué mañana se impone para madurar

Si el mundo cae despacio por tu cuello
qué salvará mi hombre sin destello
dónde aprender la cura de entregar

Quién le pone tamaño a la belleza,
quién encontró la punta en la madeja
y quién desfila para perdurar,
qué balanza divide la esperanza,
quién nos cierra la puerta de salida,
y quién nos roe el hambre de verdad

Si el mundo corre detrás de tus ojos
dónde verter su líquido sonrojo,
a qué canción confiarle tu mirar

Si el mundo pierde en tus labios el pulso
quiero en tu piel ahogarme de discursos
voy a sembrarme en tu canción.... y andar

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