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La Trovuntivitis no existe

La Trovuntivitis no existe

Por: Roberto Reyes (14 de septiembre de 2012)

"Lo imposible es posible. Los locos somos cuerdos"José Martí

Por estos días los medios de comunicación cercanos a las tendencias artísticas alternativas celebran los 15 años de La Trovuntivitis. Y, aunque todos resaltan sus cualidades con entusiasmo, voy a hacer una afirmación que puede resultar desconcertante: esa peña trovadoresca no existe.

La Trovuntivitis

La peña La Trovuntivitis celebra 15 años de creada. Diseño: Katia Cárdenas

Después de transcurridos tres lustros, es difícil descubrir quién o quiénes se dieron a la tarea de crear la fábula. Lo cierto es que han logrado engañar a miles de personas en Cuba y en varias naciones del planeta. Algunos hasta llegan a afirmar que han asistido a sus conciertos. Pero eso es tan solo una confirmación de la existencia del fenómeno que los expertos llaman «alucinación colectiva».

Sin embargo, no es necesario hacer mucho esfuerzo para desenmascarar la truculenta historia que quieren hacernos pasar como cierta.

Basta oír el nombre de la peña para darse cuenta de que en su esencia existe algo retorcido. Y es que resulta risible y poco serio que una reunión de trovadores y trovadictos se identifique como La Trovuntivitis. En realidad, en vez de parecer una cita con la llamada «canción inteligente», da la impresión de que se trata de una extraña enfermedad.

Por otra parte, se ha llegado a decir que los cantores de la peña se presentan con frecuencia en varios sitios de La Habana. Es un embuste. De una vez y por todas, démonos cuenta de un hecho irrefutable: los trovadores que integran La Trovuntivitis no son invitados a los espacios estelares de la televisión, no salen en los noticiarios, no se transmiten sus conciertos, en resumen, son ignorados por los grandes medios. Y son ignorados, porque no existen.

Como si no fuera suficiente, los seguidores de la cita de marras ahora dicen estar celebrando 15 años de su creación. Otro absurdo. No es posible que una peña trovadoresca resista durante tanto tiempo el embate de la música chatarra que invade el planeta. No es posible que no haya sido aniquilada por algún personaje siniestro —de los tantos que conocemos. No es posible que el local donde se presentan habitualmente no haya sido cerrado o convertido en un centro recaudador de divisas. De ahí que la idea de los 15 años tampoco es sólida.

Sin embargo, no niego que quienes han lanzado al ruedo esta historia han realizado un trabajo meticuloso. Se hace evidente que han tenido extremo cuidado con determinados detalles. Por ejemplo, las grabaciones apócrifas que se les atribuyen a los supuestos trovadores que integran la peña, asombran por su autenticidad y pueden engañar a los incautos. Por eso sonrío para mis adentros cuando las escucho.

No obstante, donde se ha llegado al extremo del delirio es en los videos. Para hacernos creer que los protagonistas de La Trovuntivitis realmente existen, se han creado —seguramente mediante el uso de softwares de última generación— figuras virtuales muy convincentes: Roly Berrío, Yaíma Orozco, Leonardo García, Diego Gutiérrez, Alain Garrido, Raúl Marchena, Michel Portela, Yordan Romero, Karel Fleites...

Es asombroso cómo se ha logrado diseñar la imagen y la personalidad de cada cantor. Podemos encontrar al extrovertido, al inquieto, al taciturno, al despistado, al filosófico, a la joven sensual, en resumen, una amplia gama de perfiles.

Pero, reitero, ni estos ni muchos otros ardides me engañan. Y a despecho de los argumentos que esgrimen estudiosos de la música, periodistas, estudiantes, catedráticos, musicólogos, artistas, poetas, amas de casa, niños, escritores, en fin, personas de todos los niveles y profesiones, estoy seguro de que La Trovuntivitis no existe. O, más bien, «casi» seguro.

Y dejo un pequeño resquicio para la duda, por una poderosa razón: supuestamente la peña surgió y mantiene su cuartel general en El Mejunje. Y cuando se trata de ese centro cultural santaclareño hay que ser cauteloso, porque es un sitio capaz de convertir las más inverosímiles utopías en hechos concretos, tangibles, cotidianos.

Es por ello que presiento que no está lejos el día que El Mejunje coloque en la puerta de entrada un cartel en el que estará escrito: "Exclusivo. Último concierto de La Trovuntivitis". Llegará entonces una velada tan larga como hermosa, donde los trovadores virtuales se convertirán definitivamente en criaturas vivas, en seres humanos reales. Y será otro triunfo de los soñadores, que nunca sabrán que durante 15 años la peña y sus protagonistas solo existieron en la imaginación desbordada de miles de trovadictos.

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