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Reacciones ante la muerte de Santiago Feliu

Reacciones ante la muerte de Santiago Feliú

Por: Roberto Reyes (15 de febrero de 2014)

Santiago Feliú

Santiago Feliú. Foto: Kaloian Santos

La muerte nos arrebató a Santiago Feliú, pero no pudo quitarnos sus canciones. Por eso lo mejor que podemos hacer, después de recuperarnos del zarpazo, es accionar el reproductor de música para darnos cuenta de que todo lo previó.

En sus piezas nos habla de este momento por el que estamos pasando. Ahí está la canción en la que nos invita a buscarlo «sobrevolando un sueño que acuna el tiempo», y esa otra en la que nos asegura que «no existe más salida que llorar y sonreír, para seguir intentando encontrar el porvenir».

«Llorar y sonreír», dice el cantor, pero, ciertamente, todavía no hay fuerzas ni deseos para conjugar el segundo verbo. Porque entre los seguidores de la trova se respira una atmósfera de pesadumbre y tristeza. Por eso Trastienda musical realizó un recorrido por la red de redes para conocer las reacciones que ha provocado el fallecimiento del cantautor.

A los cincuenta por lo general los infartos del miocardio son implacables. Si además estás sobradamente feliz con los últimos trabajos, feliz porque tu hijo que vivía en Barcelona está contigo, y feliz porque con tu nueva compañera, encantadora, vas a tener otra descendencia en un mes, la emoción puede ser fatal. Eso debe de haberle ocurrido al Santi en esta madrugada, cuando le explotó el corazón. La ventaja –para él- es que se fue sin sufrimiento. El sufrimiento como alud nos cae a quienes nos quedamos, los que tendremos que aprender a vivir sin su gaguera, sin sus canciones nuevas, sin su despiste permanente, sin su roja visión personalísima de Cuba.

— Vicente Feliú

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Suena el teléfono a las cuatro de la mañana y pienso que ojalá sea un equivocado. Desde una conciencia adormecida el instinto de conservación lanza ese pensamiento. Si esa llamada no es error ¿qué buena noticia te pueden dar a las cuatro de la mañana? El instinto no traiciona, no miente, viene de un lugar ignoto pero corta como navaja, porque cuando escucho Aurora y después "cuándo fue", ya la cabeza está en Vicente, que está en Guatemala, en algún accidente de avión o carretera, en un atentado loco.

Pero no es avión ni carretera ni atentado ni Vicente. Es Santiago, el más joven, a quien hace una hora se lo llevó un infarto.

Ayer mismo borré la carpeta donde le puse una selección de fotos de su boda. ¿Por qué llevaba días pensando en él?

Muchas malas palabras se me ocurren. Muchas. "Son tantas, que se atropellan".

— Silvio Rodríguez

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(...)

Santi era de esos que asustaba a los progresistas correctos, defensores de las diferencias. Miserables, decíamos. Sé que a Santi le hubiera gustado mucho este último párrafo. Puedo decir que conocí a un hombre noble y sin ninguna duda, de haber ido a la guerra, lo hubiera querido tener a mi lado porque sé que hubiera cuidado mis espaldas como yo las de él. Santi, te vamos a extrañar porque fuiste uno de los mejores. Fuiste uno de mis grandes e incondicionales amigos y habernos conocido se lo debemos a Pablo Milanés, en el festival de Varadero 87.

(...)

— Fito Páez

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Santiago abrió el fuego (sagrado y terrenal) del espacio A guitarra limpia con aquel concierto iniciático en el recién estrenado patio del Centro Pablo en noviembre del año 1998.

El concierto se llamó Futuro inmediato, pero entonces nadie sabía que las trovadoras y los trovadores estaban fundando allí un territorio en el que cabrían, hasta hoy, quince años después, en el centenar de conciertos que seguirían, todas las generaciones y todas las tendencias de la nueva trova cubana.

Aquella presentación iniciática abrió el arco de que habla el título de esta nota. En él caben (y cabrán) las palabras y las músicas violentas, irreverentes y lúcidas de Santiaguito. Allí están y estarán también la rabia y la pasión destinadas a difundir interrogantes y maravillas, sinceridades y amores completos o inclusos: vida.

(...)

— Víctor Casaus

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Me levanté muy temprano como es habitual y recordé que hoy, día doce, se cumplía un aniversario más de la muerte de Julio Cortázar. Cinco minutos después me llamaron que se nos había escapado el Santy. Mi primera reacción fue la negación y luego una tristeza inconsolable. Me ayudará el pensar que desde que lo conocí, siendo apenas un niño en la casa de su hermano Vicente, me llamó la atención su intensidad. La que lo seguirá acompañando cuando el tiempo ponga las cosas en su sitio y la eternidad haga su labor.
Ahora llorarlo es lo que me toca.
Abrazos Santy.

— Amaury Pérez

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(...)

Santiago se nos fue de una manera increíble, se fue sin advertirnos, sin prepararnos, nos tomó de sorpresa por la madrugada y se marchó, con tanta falta que nos hace y con tanto que tenía para dar. Así es la vida, aunque no lo acepto, aunque no me creo su partida. Porque lo quiero y adoro esa canción que reza "de abrirme en el verso, un palpitar, no me dejes ir".

(...)

— Gerardo Alfonso

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Hoy quiero con esta foto despedir a mi gran amigo Santiago Feliu. Y quiero hacerlo de la manera en que siempre estábamos: riéndonos y tocando hasta altas horas de la mañana! Te quiero siempre Santiago Feliú, gracias mi hermano! No dejes de cantarnos!

— Yusa

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Qué mañana tan extraña en esta no-ciudad de este casi-país que defendías tan rabiosamente. Es como si el mundo de repente pusiera sus cuerdas al revés. Mi corazón es un iceberg y mi barba empieza a desdentarse apenas en un día muy largo en que todos tratamos de procesar, sin éxito, que no te veremos más. Ese que dormía no eras tú, estaba demasiado quieto, sin aquella electricidad que nos pasabas como un electroshock contra nuestra pereza endémica. Una amiga dijo: “como vamos a extrañar que se equivoque y empiece de nuevo las canciones” y es cierto, nos acostumbraste al ser humano desnudo, no a la pose, ni a la foto preparada. Eres el mago de la vida toda, qué más nos pudieras tú decir de ella.

(...)

— Ariel Díaz

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Disculpen, hoy no pongo nada ... se murió mi amigo y hermano Santiago Feliú, se llevó las palabras, las fechas, la música...

— Humberto Manduley

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(...)

Confieso que en este minuto no logro coordinar bien las ideas para escribir un texto más o menos coherente. Hacía tiempo que algo semejante no me ocurría. Imagino que es el hecho de que con la pérdida del Santi tomo aún más conciencia de que me sobran los dedos de una mano para contar los amigos que me quedan de mi adolescencia y temprana juventud. Con el autor de tantas canciones que conforman mi particular banda sonora, ni siquiera tendré de ahora en adelante la oportunidad de reencontrarnos en esa maravilla que es el ciberespacio, realidad virtual o virtual realidad (no puedo definirlo con exactitud).

No recuerdo bien en qué texto he escrito alguna vez que hubo una escuela de druidas experta en guardar los sonidos más queridos en caracolas de mar, para curar las nostalgias de los argonautas que partían al largo viaje. De haber sido yo uno de ellos, entre las voces de las que no habría prescindido está la de Santiago Feliú.

(...)

— Joaquín Borges-Triana

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Anoche murió Santiago Feliú. Tenía 51 años y una esposa joven y embarazada.

Al amanecer fui a la funeraria. Allí estaban todos los amigos, sin saber qué hacer con la muerte y la rabia.

Tienen que ser el agujero en la capa de ozono y el calentamiento global, que han vuelto loco a Dios. Es su única excusa para lo que viene haciendo últimamente.

— Eduardo del Llano

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(...)

No hay que salvar a los trovadores, mucho menos a la trova, hay que salvar al pueblo, a los pueblos, de vivir sin su trova, sin la poesía imprescindible para una existencia digna. Y aquí esta el enamorado, con su luna entre los brazos, pidiéndole a la esperanza para todos, para todos. En otro momento quizás exista la necesidad de reseñar los años del Santi, sus discos, hasta alguna que otra anécdota; ahora se trata de salir a buscarlo, de convocar a quienes aún no lo han descubierto, ahí donde único se la puede hallar. Para suerte nuestra a los trovadores auténticos no hace falta describirlos, ni siquiera hurgar en su paso por la vida, pues lo más recóndito que se pueda llegar a saber de ellos ya lo dijeron, a voz en cuello, guitarra en mano, jugándoselo todo, como si nada, sin encontrar mérito en ello, sencillamente porque sí, porque no hay otra manera de vivir que desnudándose, que dándose plenos.

(...)

— Fidel Díaz Castro

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(...)

Aunque no era su amigo sino uno de sus seguidores yo no puedo escribir con objetividad sobre Santiago Feliú, ese genio irreverente de nuestra música al que en la madrugada de este miércoles 12 de febrero, luego de estar sentado al piano (quizás para mitigar el dolor en su pecho), un infarto masivo lo emboscó. Su corazón, tantas veces citado y cuestionado de manera propia en sus canciones, no aguantó. Y ahora, muchos como yo, en distintas partes del mundo, no solo lamentamos su muerte sino que tenemos una bronca con la parca, con los dioses y hasta con la vida misma que le "retraquetea", para no decirlo en otras palabras impublicables. Es más, ni siquiera da para ese consuelo, muchas veces lugar común, de que “murió pero vivirá eternamente en su obra”.

(...)

— Kaloian Santos

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¡Ay, la vida! Desde antes admiraba a Santiago, pero aquella noche que se apareció sucio y con hambre en el mejunje de Santa Clara le quise mucho más. Tartamudo, como no lo imaginé, nos dijo que un camión le había dado botella, y aunque llegaba tarde igual nos tenía que cantar. Y cantó para Bárbara, para todos y también para mí. Cantó largo bajo la lluvia, y a nadie le importó mojarse con él.

— Miguel Angel Montero

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Esto es demasiado fuerte para uno... Para dos... Para tres.... Para todos.... Estoy muy molesto con la puta muerte, como la vea la asesino!!!!
Ay, la vida! Se puede saber qué cojones estabas haciendo para permitir esto....
Ayer me visitaba y yo sin saber nada.... Recien una llamada urgente de Marta al trabajo me jode la vida!

— Adrian Fuentes Mederos
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