De como la impaciencia emerge en las canciones
De cómo la impaciencia emerge en las canciones
Por: Roberto Reyes (20 de junio de 2012)
En breve dejaremos atrás la primera mitad del año. Si nos detenemos a observar el país y lo comparamos con la situación que tenía hace 10, 5 y hasta 2 años, es evidente que ha habido cambios. Algunos hasta pudieran calificarse de «insólitos» para el contexto cubano, como la compra y venta de casas y automóviles.
X Alfonso declara en la pieza De corazón que «los problemas no se arreglarán por la duda de callarnos las verdades».
Sin embargo, no son pocos los que dicen que el proceso de transformaciones, como en los filmes, se ha ralentizado. O, para decirlo simple y llanamente, está ocurriendo con una lentitud que saca de quicio al más ecuánime de los mortales.
...
Abajo los bloqueos de la mente
ya merecemos más
que aguantar,
que soñar,
que sobre cumplir,
no hay tiempo.
...
En este fragmento de la canción Planeta Cuba, Santiago Feliú no disimula su avidez por los cambios que no acaban de llegar. Incluso ese «no hay tiempo» zumba en mis oídos como el clamor desesperado de una generación —a la que pertenezco— cuya edad ya ronda el medio siglo, y que «merece más que aguantar, soñar y sobrecumplir».
También en el repertorio de las bandas cubanas de rock podemos encontrar piezas en las que se pide, de modo apremiante, transformar el entorno de la nación. Entre las decenas de composiciones que pudiera citar, elijo unos versos de Poder al pueblo, de la agrupación Chlover:
...
Queda sin resolverse
queda sin solución
no más oda al silencio
no más resignación
tomemos sus mentes
es la solución
luchando de frente
por algo mejor
...
Ni con sumisión, ni con mutismo se puede derrocar a quienes se oponen a los cambios. Se precisa, como expresa la banda Chlover, «tomar sus mentes» y «luchar de frente». Son exhortaciones que algunos calificarán de beligerantes y contestatarias, pero que en lo esencial ansían que el país pueda desarrollarse en toda su plenitud: sin exclusiones, ni muros, ni violencia, ni imposiciones. Porque, como dice X Alfonso en la pieza De corazón, «los problemas no se arreglarán por la duda de callarnos las verdades»:
Cuántas veces temo equivocar
lo que mi corazón me dice
cuántos golpes tengo que aguantar
tratando de entender
el desgaste de una realidad
un pasado impuesto
una generación sin nombre.
Aferrados a una identidad
a un bloqueo interno
que no deja ver
que esta vida se nos va
en respuestas que no están
en promesas que dirán
en la soledad
en la soledad
No tenemos a donde mirar
ni comparar nuestros errores
un camino que hay improvisar
sin miedo a amanecer
los problemas no se arreglarán
por la duda de callarnos las verdades
el orgullo de una sociedad
es mirar hacia el futuro de una vez
que es el tiempo el que se va
en respuestas que no están
en promesas que dirán
en la soledad
en la soledad
Es el porvenir
es lo que importa aquí
es pensar qué hacer
por ti, por mí, por todo este país
es cambiar así
lo poco que nos queda aquí
que la vida se nos va
en la soledad
en la soledad
No pude evitar transcribir todo el texto de esta canción de X Alfonso —nombrada De corazón— porque devela esa impaciencia a la que me refiero en el título de estas líneas.
Y, a riesgo de parecer reiterativo, vuelvo a las andadas: el proceso de transformaciones que está viviendo el archipiélago cubano se ha impregnado de una lentitud exasperante. No soy el único en confesarlo. Basta leer determinados artículos, escuchar conferencias, visitar blogs, conversar con amigos y colegas, o, simplemente, escuchar las llamadas «canciones inteligentes».
Los cambios impostergables que necesita la sociedad cubana provocan un desasosiego que se respira en las calles, las oficinas, las paradas de los ómnibus,...las canciones. A propósito, en cuestión de semanas hará un año que Silvio Rodríguez declaró a un periodista cubano:
''Aspiro a un socialismo cada vez más democrático y participativo. Aspiro a ver pronto esa reforma migratoria que se anuncia y no acaba de llegar. Seguro no va a ser perfecta y deberá sufrir modificaciones, pero lo que no empieza no puede progresar. Es muy doloroso que haya tanta gente queriendo regresar a su país y que no pueda. Eso me parece inadmisible. Igualmente lo pienso de los que se quieren ir y no pueden. Aspiro a que todos los cubanos tengamos los mismos derechos, mucho más si los ganamos trabajando y aportando con amor a nuestro país. Soy consciente de que hemos avanzado en estos sentidos, pero no está de más seguir aspirando a que nadie sea discriminado por sus ideas, por sus sentimientos, creencias, color o preferencia sexual. Aspiro a que maduremos y seamos más comprensivos y permisivos. Aspiro a que si alguien protesta por algo que no compartimos tengamos la suficiente altura para respetar su derecho a expresarse… Aspiro a que todos adquiramos cada vez más conciencia ecológica, que aprendamos a respetar la naturaleza. Es un desastre como quedan las playas cuando acaba el verano. También creo que las autoridades deben ser más pedagógicas y cuidadosas, y que deben velar por esto y ser más severas con las agresiones a la naturaleza y a los bienes colectivos…''. — Silvio Rodríguez | Segunda cita
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Comparto ciento por ciento este criterio de Silvio Rodríguez y tan solo agrego una anécdota para ilustrar cuánto temor existe, en algunas instancias, a que las personas confiesen su impaciencia por la llegada de las transformaciones necesarias.
La entrevista en la que el autor de Ojalá y Te doy una canción ofreció la respuesta que acabo de reproducir apareció publicada en un prestigioso sitio web cubano. No obstante, consideraron que la frase «y no acaban de llegar» —que el trovador dijo al referirse a la reforma migratoria— era, cuando menos, demasiado incómoda y la retiraron. Poco después el cantor denunció el hecho.