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Una decada sin El Patio de Maria

Una década sin El Patio de María

Por: Roberto Reyes (7 de octubre de 2013)

Hace diez años un «zarpazo» de la burocracia hizo desaparecer El Patio de María. Sin embargo, no pudieron evitar que se convirtiera en un mito.

María Gattorno

María Gattorno es una mujer sensible. Foto: Tomada de internet

En artículos, conversaciones y mensajes se menciona el sitio con devoción, casi con misticismo. Y no es que haya sido perfecto. Fue, eso sí, una institución que se adelantó a su época.

"El Patio de María se conoce mayormente por lo del rock, pero tuvo la osadía de nuclear jóvenes escritores, aficionados al buen cine, la danza, el teatro", declaró a Trastienda musical el guitarrista Dagoberto Pedraja.

"Muchos destacados escritores pasaron por ahí, discutieron sus primeros proyectos de libro, y se dictaron conferencias super interesantísimas sobre los más diversos temas de la cultura universal", agregó el músico.

En 1987, a despecho de los documentos oficiales, la Casa de Cultura Roberto Branly, en la capital cubana, comenzó a nombrarse El Patio de María. Los artistas que frecuentaban el sitio decidieron, de esta manera, manifestar su respeto hacia María Gattorno, quien dirigía el Departamento de Actividades de la institución.

Fue precisamente Pedraja el creador del apelativo. "Estábamos reunidos varios músicos proponiendo nombres para el lugar y la gente ya se estaba complicando mucho con eso, entonces me salió el nombre así de golpe y todos estuvieron de acuerdo".

Una mujer sensible

Se afirma que la valía de un ser humano puede aquilatarse por sus acciones, sus obras, y la calidad humana de quienes lo rodean. Habría que reconocer, entonces, que María Gattorno ha demostrado con creces ser una persona íntegra, espiritualmente hermosa.

A finales de los '80 del pasado siglo, licenciada en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, se convirtió en la persona encargada de programar las actividades de la Casa de Cultura Roberto Branly, en la capital cubana.

Gracias a su poder de convocatoria, la institución se honró con la presencia de Digna Guerra, Teresita Fernández, Fayad Jamís, Ireno García y César Portillo de la Luz, entre otras personalidades.

Por si fuera poco, ahí está el barrio al que la promotora enseñó que la diferencia merece respeto, que los niños más humildes pueden ganar varios premios en un concurso de baile, que el rock es un género cautivador y, en fin, que una Casa de Cultura puede ser un sitio cargado de vida.

Lo recuerdo como un sitio muy abierto a la libertad creativa, nada dogmático ni excluyente. Un sitio donde instantáneamente te sentías bien, solo de entrar —Humberto Manduley

Quienes conocieron a María Gattorno en esa labor dan fe de su entrega y calidad como ser humano. "Una persona muy amable, comedida, apasionada con aquella aventura del Patio, inteligente, entusiasta, receptiva a las ideas que se le proponían", declara el escritor, investigador y crítico de rock Humberto Manduley.

"Es una excelente mujer: sensible, callada y «sin mucha feria». De grandes ideas para con la cultura cubana", comenta el también productor musical Dagoberto Pedraja.

"Un sitio muy abierto a la libertad creativa"

La Casa de Cultura Roberto Branly inició una cruzada contra los estereotipos desde que comenzó a ser conocida como El Patio de María.

"Lo recuerdo como un sitio muy abierto a la libertad creativa, nada dogmático ni excluyente. Un sitio donde instantáneamente te sentías bien, solo de entrar. Un sitio que se fue levantando a pulmón, con el apoyo de todos", rememora Humberto Manduley.

La institución llegó a ser para algunos tan entrañable que simplemente la identificaban —y continúan haciéndolo— como El Patio. Y al mencionarla se percibe una mezcla de nostalgia y dolor.

"En El Patio respiré momentos de total libertad", confiesa el rapero, actor y artista de la plástica David D Omni. "El Patio y su música han marcado mi vida en profundidad; le agradezco a la esencia de la vida haber tenido tal experiencia".

Mientras otras instituciones semejantes se limitaban a cumplir con los planes que exigían las instancias superiores, El Patio de María se mantenía al margen de la modorra generalizada y desplegaba una intensa actividad cultural y humanística.

El centro solía convocar a los jóvenes para hablarles acerca del SIDA: el peligro de contraer la enfermedad, los medios para prevenirla, y la necesidad de gestos de solidaridad hacia quienes eran portadores del virus.

El Patio de María se conoce mayormente por lo del rock, pero tuvo la osadía de nuclear jóvenes escritores, aficionados al buen cine, la danza,
el teatro
—Dagoberto Pedraja

Por otra parte, con frecuencia realizaba peñas de trova, encuentros de poesía, eventos de narrativa oral, exposiciones de artes plásticas, y conversatorios sobre diversos temas. No obstante, la propuesta que provocó mayor impacto fue la presentación de bandas de rock en vivo.

"Fue una opción única en la ciudad para los amantes del rock nacional, que a pesar de ser un lugar modesto, casi insignificante con respecto a otros, tomó dimensión nacional e internacional por la cantidad de agrupaciones cubanas de otras provincias, y presentaciones de bandas extranjeras", declara Dagoberto Pedraja.

Desapareció, y punto

Un fenómeno que ha logrado echar raíces en la sociedad cubana contemporánea es el acto de anular a quien «molesta» sin ofrecer explicaciones. Y llama la atención que los pecados cometidos por muchas de las personas ninguneadas han sido actitudes y métodos auténticamente revolucionarios.

Quizás por eso se utiliza la táctica de demonizar la obra de un individuo cuando no es posible mostrar manchas en su manera de actuar. Y este proceder fue el que aplicaron en El Patio de María.

"Jamás se dió o se justificó públicamente la razón del cierre. Pa' fuera to' el mundo, que esto es un antro de drogas, vicio y pelúos antisociales. Lo de siempre", lamenta Dagoberto Pedraja.

Humberto Manduley, por su parte, considera "que era un sitio que molestaba en todos los sentidos, al cual nunca se le valoró por su amplitud de miras y su labor de profilaxis social", y agrega que no cree "que se haya dado jamás una explicación convincente, sino las típicas «muelas vizcas» con las cuales se intenta esconder la arrogancia, falta de argumentos e ineptitud de quienes toman esas decisiones".

Cuenta Pedraja que cuando se cerró El Patio él estaba en los estudios Abdala, ocupado en la grabación y producción de uno de sus fonogramas. Por esa razón se encontraba bastante apartado de lo que estaba sucediendo. De ahí que al cruzarse con María Gattorno en una calle le preguntó: "Coño, flaca, ¿qué pasó?". Dice el músico que "ella se limitó a encogerse de hombros", y que después le "lanzó una mirada que lo decía todo sin palabras".

 
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