Otra vez la guerra siempre las canciones
Otra vez la guerra, siempre las canciones
Por: Roberto Reyes (15 de septiembre de 2013)
Las guerras se han convertido en negocios que generan cuantiosas ganancias. Sin embargo, como son tan notorios sus "efectos colaterales" —decenas y hasta cientos de miles de cadáveres humanos—, sus gestores hacen juegos malabares con las justificaciones.
Fragmento de famosa foto de niña vietnamita de nueve años víctima del napalm. Foto: Nick Ut / AP
Mediante discursos en los que se reiteran palabras como «protección», «paz» y «libertad» se intenta presentar los conflictos bélicos como actos piadosos, cargados de misericordia, y casi divinos.
Así actúan los halcones de la guerra, que en las últimas semanas han regresado con la proclama de otra acción "humanitaria".
(...)
El planeta
va a estallar en cualquier momento
la gente comenta
que siempre es el mismo cuento.
Yo no sé si es saludable
seguir desconfiando
mientras tanto miro al cielo
y me voy preguntando
amanecer, amanecer,
dinos al menos qué va a suceder
para seguir esperando el día
con la alegría de volverte a ver
(...)
En la canción El planeta, Carlos Varela describe algunas de las reacciones que provocan las amenazas de guerra: la indiferencia —porque «siempre es el mismo cuento»—, y la zozobra —«no sé si es saludable seguir desconfiando».
El cantor muestra la situación sin mucha hondura, diría que se limita a esbozarla, hasta el punto que parece que las palabras amenazantes nunca se convierten en hechos concretos. Pero, ciertamente, la guerra puede llegar de súbito y crear un panorama en el que se mezclen el absurdo, la violencia y la desolación.
El aire toma forma de tornado
y en él van amarrados
la muerte y el amor.
Una columna oscura se levanta
y los niños se arrancan
los juegos de un tirón.
(...)
Girón: preludio, de Silvio Rodríguez, desde los primeros versos describe la atmósfera sobrecogedora e inhumana de una guerra. Y los niños, vapuleados como marionetas y conducidos a la locura o la muerte, son las criaturas más vulnerables.
Yo vi la sangre de un niño brotar.
Yo he visto a un niño llorando a su suerte.
Y me pregunto por qué tanta muerte,
tanto dolor, tanto napalm, pues
vi la sangre de un niño brotar.
(...)
Este fragmento de la canción ¿Por qué? —que algunos identifican como Yo vi la sangre de un niño brotar— de Pablo Milanés también nos enfrenta al drama de los niños que mueren en las guerras.
Lo que llama la atención es que la pieza fue compuesta hace más de ocho lustros, y que la pregunta del cantor de «por qué tanta muerte» ahora tiene una respuesta cínica: porque la guerra es un negocio.
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O seamos más explícitos: la guerra es una operación comercial que mueve miles de millones de dólares mediante la venta de armas ultramodernas, las transmisiones en vivo desde el campo de batalla, las ediciones especiales de los diarios, y hasta la manipulación de las imágenes de seres humanos mutilados por las bombas.
El afán por el dinero y los recursos de otras naciones convierte a los «gendarmes» del mundo en asesinos. Y uno anhela crear algún conjuro para detenerlos, pero solo brotan canciones.
(...)
Algo debiera hechizar portaviones,
alguien debiera apretar un botón
que reciclara metralla en razones
y poderío en conmiseración.
(...)
— Sinuhé | Silvio Rodríguez