Ivette Cepeda en concierto sublime
Ivette Cepeda, en concierto sublime
Por: Roberto Reyes (19 de agosto de 2014)
Se apagaron las luces de la sala. Solo quedó iluminado el escenario. Tres músicos se acercaron a sus instrumentos y el público les dio la bienvenida con aplausos. Eran signos de ansiedad. También de respeto.
Ivette Cepeda ofreció un concierto en el santaclareño teatro La Caridad.
Foto: lacepedacantante.blogspot.com
El estallido de emoción se produjo segundos más tarde cuando apareció la cantante. Ni sus gestos de agradecimiento, ni sus manos extendidas, ni su sonrisa parecían poder detener la ovación que le tributaban las cientos de personas que abarrotaban el vetusto coliseo.
Como los aplausos amenazaban con prolongarse, la cantante decidió retribuir la bienvenida con una canción. Y se oyó, entonces, que "las caras conocidas / me parecen raras / las cosas más absurdas / me resultan claras...". Y volvieron los aplausos, pero esta vez más breves.
El auditorio había decidido guardar silencio para entregarse al deslumbramiento.
Así se inició el concierto que ofreció Ivette Cepeda la noche del domingo 17 de agosto en el teatro La Caridad, de la ciudad de Santa Clara. Con Sin ir más lejos, la antológica canción de Marta Valdés, la artista abrió una velada que se prolongó durante una hora y media.
Noventa intensos minutos en los que la cantante vistió de novedad piezas muy conocidas. Como cuando versionó Te doy una canción y Quien fuera, de Silvio Rodríguez. Y las canciones adquirieron nuevos matices, revelaron otras historias, provocaron inéditas vibraciones.
Igual de genuinas fueron las apropiaciones que hizo de las composiciones Y sin embargo, de Joaquín Sabina, Todo y nada, de Vicente Garrido, y Lucía, de Joan Manuel Serrat.
Hubo un momento en el que la voz de Ivette Cepeda se volvió íntima, y mencionó a Bola de Nieve y Elena Burque. E hizo énfasis en su presencia entre los cubanos y sus cantos inigualables.
Se oyeron, entonces, los acordes de la guitarra de José Luis Beltrán Díaz —director, guitarrista, compositor y arreglista de la agrupación acompañante— y de súbito se escuchó a la Burque interpretar Duele mucho. O era Ivette poseída de la «señora sentimiento». O tal vez ambas. Nunca lo sabremos.
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La noche también trajo confesiones, como cuando la cantante declaró que no puede «dejar nunca fuera a Raúl Torres» en sus presentaciones o que «en el próximo disco voy a cantar una canción de Leonardo García». Y esta última revelación fue acogida con aplausos, porque el trovador es santaclareño.
Instante especial fue el que precedió su entrega de Y tal vez. Con delicadeza, diría que con extrema ternura, mencionó a Juan Formell. No fue necesario que agregara nada más. La reacción de los asistentes fue elocuente.
No faltaron algunas de las piezas de su más reciente álbum titulado País. Fue así que regaló Luna de papel —que dedicó a los sueños grandes y pequeños que tienen los niños—, Alcé mi voz y Conga de diario.
La labor de Reflexión, el grupo que acompaña a la vocalista, es digna de encomio. El tejido instrumental con el que adereza la voz de la intérprete tiene de sutilezas, de guiños jazzísticos y troveros, y de descargas de filin, pero también de tambores de barrio, de son, de alaridos de pueblo.
Con el concierto en el teatro La Caridad, de Santa Clara, Ivette Cepeda no solo cerró su recorrido por varios escenarios de la provincia villaclareña, sino demostró por qué coinciden público y crítica en calificarla de cantante excepcional.