Radio cubana exclusiones musicales de las que nadie habla
Radio cubana: exclusiones musicales de las que nadie habla
Por: Roberto Reyes (17 de abril de 2014)
Desde mediados de 2012 los directivos de las radioemisoras cubanas recibieron la autorización para programar las piezas musicales de la mayoría de los artistas cubanos que habían sido excluidos del medio y que residen en otras naciones.
Pedro Luis Ferrer está «limitado» en la radio cubana.
Foto: tomada de internet
La noticia generó entusiasmo entre los directores de programas y los oyentes. Sin embargo, de inmediato comenzaron a emerger titubeos, contraórdenes y temores infundados que ensombrecieron el panorama.
De suerte que, después de transcurridos casi dos años de que se aplicara la directiva, en el ambiente se perciben incertidumbre y cautela, a pesar de que la lista de los cantantes, instrumentistas y compositores censurados ha menguado de manera ostensible.
Semejante sensación de zozobra posiblemente se deba a la ausencia de un documento rector que ofrezca orientaciones precisas sobre tan controvertido asunto. Su existencia evitaría, por ejemplo, que mientras unas emisoras programan con vehemencia a determinados cantantes otras con la misma pasión les prohiban para "cumplir con orientaciones recibidas".
No obstante, cuando se describe este panorama —con sus luces y sombras— se escamotea un hecho lamentable: a varias entidades artísticas que habitan en el territorio cubano todavía se les prohibe el acceso a la radio, o se les sitúa en una categoría denominada «limitados», o sus grabaciones son sometidas a un minucioso escrutinio para autorizar la transmisión.
El caso más paradigmático es Pedro Luis Ferrer, poseedor de una obra cubana hasta la médula. No obstante, sus álbumes no pueden ser radiados íntegramente a pesar del virtuosismo con que toca la guitarra, la ingeniosidad y picardía que muestran sus guarachas, la hermosa poesía de sus canciones, los experimentos que ha realizado con géneros y ritmos autóctonos, en fin, se echa por la borda la belleza artística de su obra.
Sospechamos que el pecado que ha cometido Pedro Luis Ferrer es mostrar en algunas de sus piezas las contradicciones, los cuestionamientos y los anhelos de un amplio segmento de la sociedad cubana contemporánea. Digo «sospechamos», porque nadie ha explicado de manera oficial por qué el autor de Mariposa debe ser programado con reservas, como si se tratara de un paria o un artista menor.
Y aunque otros cantautores no «ostentan» la condición de «limitado» que posee Pedro Luis Ferrer, no por eso pueden lanzar las campanas al vuelo. Porque las grabaciones de Frank Delgado, Erick Sánchez, Inti Santana, Ray Fernández, Carlos Varela y muchos otros son sometidas a un proceso de análisis riguroso para autorizar o no su salida al aire.
Pero la censura total o parcial no se circunscribe al ámbito de los trovadores, porque posiblemente quienes llevan la peor parte sean los raperos.
Preguntar en una radioemisora cubana si en sus archivos existen grabaciones de Los Aldeanos, Urbano Vargas, Tito Corona, Silvito El Libre, Obsesión y otros representantes de la cultura hip hop puede generar miradas de asombro o gestos de «este-tipo-está-loco».
Curiosamente, las composiciones de las bandas de rock suelen salir airosas del proceso de escrutinio de los censores, porque el canto gutural que utilizan muchos vocalistas enmascara sus mensajes cuestionadores, agresivos, irreverentes. Pero cuando la vocalización es clara, como sucede con la agrupación Sed, la censura hace de las suyas.
En resumen
Desde hace casi dos años comenzó a desmoronarse el muro que impedía la transmisión por las emisoras del archipiélago de muchas de las grabaciones de artistas cubanos que radican en el extranjero.
El proceso ha mostrado, y continúa mostrando, incoherencias y desatinos —que pudieron haberse evitado—, pero el saldo hasta el momento ha sido positivo.
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Sin embargo, aún se eleva ante nuestros ojos —más bien ante nuestros oídos— un muro que con frecuencia se ignora. Su aviesa intención es ningunear a los cantores cuyas piezas se adentran en la sociedad cubana, la auscultan y la muestran en toda su crudeza.
De ahí que, mientras el teatro, el cine y las artes visuales, por poner tan solo tres ejemplos, están revelando las tensiones, los contrastes, las contradicciones y los sueños que emergen de la sociedad cubana contemporánea, los espacios musicales de la radio se mueven por otros rumbos.
Los censores están ocupados haciendo su labor.
Hay que seguir derribando muros.