Hablemos de canciones polisemicas
Hablemos de canciones polisémicas
Por: Roberto Reyes (11 de febrero de 2014)
No son pocas las canciones cuyos textos generan múltiples interpretaciones. De ahí que puede suceder, que algunas personas descubran una historia de amor donde otras encuentran una crítica a determinada situación social. Así es la naturaleza polisémica del arte.
Canciones cuyos textos generan múltiples interpretaciones.
El fenómeno, en realidad, es perverso. Más bien, hermosamente perverso. Porque en las obras en las que se manifiesta hay tantas pretensiones de cuestionar, ridiculizar o desenmascarar, como de ofrecer disfrute y sensación de plenitud.
Por supuesto que también existe el universo de las canciones que no dejan espacio para la polisemia. Son piezas que, generalmente, utilizan el lenguaje directo y evitan las metáforas. De modo tal que eliminan, o limitan en grado sumo, la posibilidad de que surjan varias lecturas —aunque no por eso dejan de ser obras de buena factura.
Sin embargo, y este es un punto esencial, no pensemos que un texto polisémico puede ser interpretado de cualquier forma. Siempre existe un límite de posibles significados que depende de las palabras, los procedimientos estilísticos y los giros idiomáticos empleados.
Sería una señal de ignorancia —si no de capricho o pedantería— que alguien afirmara, por ejemplo, que una canción en la cual se describe una habitación oscura y asfixiante sea una alusión a la felicidad. Las ideas arbitrarias no tienen nada que ver con el análisis serio de una obra de arte.
Pero tantas precisiones acerca de la polisemia estarían incompletas si no se presentara un ejemplo. Por eso cierro con el texto de la pieza Otra historia, del trovador Ariel Barreiros.
Érase un Dios que se voló el verano
érase un crucigrama por hacer
y era yo mismo pero con tantos años
y era sin barba, y era sin nacer
y era Lucy tremenda, pero ese pelo azul
y era de mediodía, y era abril
y era que me dejaban solo, y no dormí
Y érase aquella paz que no se aguanta
y érase tanta libertad que no sirvió
y era el mismo verdugo a bendecir la mesa
y era mi abuelo cuando vino de Madrid
y era unas veces rey, y tantas peregrino
y un día daba a luz y el otro mar
y era la Luna a punto de salir que se arrepiente
Y era moviéndome en lo oscuro
y era salir tan cuerdo y que te amarren
y era matar de tanto miedo a la esperanza
que no se le ocurriera regresar
y era desafinando
y era con tambor
y era odiando al del lado por feliz y por santo
y érase toda la ciudad de frente a mi nostalgia
Y era moviéndome en lo oscuro
y era que se partió la maravilla en tres
y era pidiéndole piedad
para que no me lleven esta tarde a yo ver
Que yo me salvo solo
Que yo me curo solo
Que yo sé
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alguien que rompa ese farol
a la entrada del llanto
y ya verán
cómo me vuelvo el más feliz
y cómo canto
y cómo salto
y cómo salto
y cómo cantaré
cómo me vuelvo el más feliz
y cómo canto
y cómo salto
y cómo salto
y cómo salto