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Musica alternativa tiempo de borrar suspicacias

Música alternativa: tiempo de borrar suspicacias

Por: Roberto Reyes (22 de diciembre de 2013)

Me atrevo a afirmar que en la prensa cubana la mayoría de los artículos relacionados con la música ensalza las obras que desdeñan los códigos del mercado y se apartan de la banalidad. Al mismo tiempo, las piezas que no cumplen con estos parámetros suelen calificarse, con matiz peyorativo, de superficiales, comerciales y pseudoculturales.

Radio alternativa

Es tiempo de borrar suspicacias en la promoción de la música alternativa.

La misma tendencia se manifiesta en conferencias, simposios, conversatorios, congresos y eventos culturales de todo tipo, en los que académicos, promotores, periodistas, estudiantes universitarios y hasta autoridades de Cultura rompen lanzas en favor de las propuestas musicales que no siguen las modas, que cuestionan, que inquietan, que revolucionan.

Por otra parte, si acudimos al pensamiento de José Martí encontramos ideas cercanas a las que muchos defienden. "A mi vuelta sabré si me has querido, por la música útil y fina que hayas aprendido para entonces: música que exprese y sienta, no hueca y aparatosa: música en que se vea un pueblo, o todo un hombre, y hombre nuevo y superior", así escribió el Maestro en una carta dirigida a María Mantilla.

De modo que tal parece que en el archipiélago cubano la preocupación por el buen gusto musical es un asunto de larga data.

Sin embargo, tengo la certeza de que en ninguna otra época se ha debatido tanto acerca del tema. Y ahí están como muestras elocuentes los artículos publicados en revistas, periódicos, libros y sitios web; las declaraciones de prestigiosos intelectuales; y los discursos ofrecidos en decenas de eventos.

Pero falta armonía al llevar las ideas a la práctica. Digo más: hay temores. Y estos conducen sin remedio hacia la suspicacia.

Recuerdo que en cierta ocasión una persona que tenía determinada jerarquía en una radioemisora escuchó una pieza de Santiago Feliú en uno de mis programas. Se me acercó y me dijo que tuviera cuidado con la música de ese trovador, que me aconsejaba no ponerlo.

No obstante, la persona que me hizo la «sugerencia» no se alarmó con la propuesta del espacio que me había antecedido, en el que habían ofrecido un concierto de Enrique Iglesias, la biografía de Marco Antonio Solís y noticias frescas sobre Shakira y Chayanne.

Solo menciono la anécdota —una entre tantas— para demostrar cómo, en ocasiones, se ejerce presión en quienes apuestan a la "música que exprese y sienta".

Debiéramos recordar —para continuar aferrados a la lucidez martiana— que el Apostol, después de visitar en Nueva York una exposición de pintores impresionistas franceses, escribió: "La elegancia no basta a los espíritus viriles. Cada hombre trae en sí el deber de añadir, de domar, de revelar. Son culpables las vidas empleadas en la repetición cómoda de las verdades descubiertas".

Cuando José Martí emplea la expresión «cada hombre», no hay duda de que alude a cualquier ser humano y no solo a los pintores impresionistas. De ahí que en el terreno de la música —para ser fieles al pensamiento martiano— la radio y la televisión debieran ser los hogares de los creadores que desdeñan "la repetición cómoda de las verdades descubiertas" y prefieren con sus canciones "añadir, domar y revelar".

Pero no siempre es así. A veces es todo lo contrario. Y los artistas, junto con quienes promueven su música, son rechazados, tratados con desdén o estigmatizados.

Los ejemplos son numerosos: desde Carlos Varela, Pedro Luis Ferrer, Frank Delgado, Yusa y Bebo Valdés hasta Meme Solís, Tanya y Mike Porcel.

Estamos viviendo la segunda década del siglo XXI. La nación cubana se transforma, abandona viejos lastres, experimenta con nuevas estructuras, rediseña estrategias. Es hora, entonces, de romper definitivamente con el divorcio que existe entre el discurso de la intelectualidad —académicos, periodistas, musicólogos, artistas...— referente a la música que deben promover los medios y lo que realmente se permite hacer a quienes laboran en las emisoras de radio y televisión.

Dejar a un lado la suspicacia pudiera ser el primer paso.

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